AQÜEDUCTE ELS ARCS DE MANISES
ACUEDUCTO LOS ARCOS
B.I.C. (BIEN DE INTERÉS CULTURAL)
DE MANISES
ACTUALIZADO EL 5 DE AGOSTO DE 2O21
Esta es la imagen que l'Aqüeducte Els Arcs de Manises, tenía el pasado mes de Octubre de 2016. Hace exactamente diez años que el Patrimonio Cultural y Museos de la Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, de la Generalitat Valenciana, aprobaba que se declarase Bien de Interés Cultural este Patrimonio de Manises.
Después de las oprtunas investigaciones, estudios y resoluciones, el día 28 de Abril de 2006 fue clasificado como Bien Inmueble de 1ª, en la Categoría de Monumento. Fue publicada la resolución en el D.O.G.V. el 5 de Mayo de 2006, y en el B.O.E. el 9 de Junio de 2006.
Los técnicos encargados de otorgar tal distinción, efectuaron las oportunas investigaciones y después de estudiar su origen y cómo había llegado hasta nuestros días, emitieron el siguiente informe (sic):
Se
trata de un acueducto que permite salvar a la acequia Quart-Benàger
el barranco del Salt d'Aigua en Manises. Ésta tiene su origen en el
azud Quart-Benàger-Faitanar, aguas arriba, en el río Turia. La
acequia distribuye las aguas que riegan amplias zonas de la huerta
valenciana al este de la capital.
El acueducto posee un
extraordinario valor histórico, arquitectónico y etnológico por
formar parte de una red de ingeniería hidráulica representativa de
una forma de asentamiento humano, de intervención en el entorno y
explotación de sus recursos que se ha venido produciendo en la Vega
de Valencia desde la romanización. Es además el único acueducto
existente en éste ámbito geográfico.
El
aprovechamiento de las aguas del Turia para todo tipo de usos es un
hecho comprobado desde antiguo, a la vista de la profusa red de
canalizaciones que caracteriza todas las comarcas limítrofes con el
tramo final del río. Así mismo en ambas orillas existen, aparte de
las conducciones y acequias hoy en servicio, una serie de restos
arqueológicos de diversa índole que aportan indicios suficientes
para suponer entramados hidráulicos de consideración.Tanto la
calidad de las tierras de labor existentes en las riberas de los ríos
como la estacionalidad del régimen de precipitaciones característica
de los climas mediterráneos del levante peninsular suponen factores
fundamentales a la hora de determinar la existencia de este tipo de
conducciones de agua, utilizando recursos y soluciones técnicas
similares a lo largo de todas las épocas. Los canales del Segura, la
acequia de Elche, los canales de Altea y las estructuras hidráulicas
de Jávea y de Calpe, la acequia amortizada por la construcción del
embalse de Tibi, las redes del Turia (sistema Vilamarxant-Riba-roja,
acueducto
de la Covatella), el acueducto de Peña Cortada, las conducciones del
Palancia (acueducto romano de Sagunto, acequia de Gausa) y las
«Cèquies del Diable» de Vila-real (río Mijares), entre otros
tantos, son infraestructuras hidráulicas que demuestran la
extensión, geográfica y temporal, de soluciones técnicas similares
frente al problema del agua.
Ya en 1239 el Rey Jaime I, tras la
conquista, confirma los privilegios que tenían los regadíos de
Valencia, desde antiguo, y en 1268 concede la facultad de nombrar
sequiers de acequias. El Tribunal de las aguas se componía
inicialmente de siete miembros, a los que se añadió el
correspondiente a la acequia de Quart-Benàger-Faitanar. La
referencia concreta más antigua sobre el acueducto es una cita sobre
sus arcos en una orden del rey Jaime I en el año 1273, en la cual se
hablaba de su estado deteriorado y de la necesidad de restauración.
Aunque noticias de las acequias después de la reconquista comienzan
1263.
Posteriormente las fuentes bibliográficas que hacen referencia
a estas redes hidráulicas son relativamente escasas. La siguiente
referencia directa que conocemos data del primer cuarto del siglo XIX
y corresponde al estudioso francés Jaubert de Passa. En su estudio
«Canales de riego de Cataluña y reino de Valencia» publicado en
1823 (con traducción española de 1844), lleva a cabo un análisis
científico de las redes hidráulicas
en uso con la intención de encontrar soluciones a los problemas de
regadío del Sur de Francia. La observación sobre estructuras
antiguas se reduce al tramo de «Les arquetes» de Manises, al que
concede un origen islámico: «El término de Cuarte está separado
del de Manises por una extensa rambla. Los moros construyeron en ella
un acueducto de 240 varas castellanas de longitud, compuesto de 28
arcos, de los cuales el más alto, que es el del medio, tiene 10
varas de elevación. Las aguas han formado allí con el largo
transcurso del tiempo una pared de estalactitas o capas calcáreas
que circunden los arcos, pilares, y hasta las caras exteriores».
Hasta principios del siguiente siglo no contamos con nuevas
referencias. En 1902 el ingeniero Rafael Valls David publica una
revisión del estudio de Jaldero sobre la red de comunicaciones de
Vilamarxant-Riba-roja, fruto sus observaciones en el transcurso de
los trabajos de tendido de la línea férrea entre Valencia y Lliria
por la ribera Sur del Turia, de la que fue su principal promotor.
Considera especialmente reseñable la arcada de Manises: «...siendo
así que existe un puente-acueducto en el trazado que vamos a
describir, que por su antigüedad, tiene mayor mérito que los
puentes acueductos de Chelva, Teruel...» Ratifica las propuestas de
Jaldero y prolonga el trazado de uno de los acueductos hasta la
ciudad de Valencia por medio de la identificación de vestigios de
canalizaciones en diversas acequias en uso (Quart, Mislata, Favara)
entre los que se encuentra el puente de Manises: «Estas obras de
fábrica.. continúan hasta la entrada del barranco de Manises. Este
barranco lo salva por medio de un puente-acueducto de gran número de
arcos, arcos construidos en la antigüedad con piedra caliza en
mampostería ordinaria, y en la actualidad los vemos ensanchados con
ladrillos, pero todo el conjunto del arco está cuajado de
estalactitas formadas por el agua que, saturada de sales calizas, va
filtrando gota a gota por los arcos y al evaporarse deja innumerables
capas superpuestas, imposibilitando el estudio de los materiales
empleados en los machones o pilares» «Si bien es verdad que las
estalactitas y estalagmitas nos impiden estudiar los materiales de
construcción primitivos, pues hoy todo el puente está constituido
por una sola piedra, en cambio podemos asegurar que es la obra más
antigua que existe en los alrededores de Valencia, al propio tiempo
que la más hermosa..».
También alude a las explicaciones verbales
de Teodoro Llorente durante una visita realizada al acueducto con
motivo de presidir una comisión de investigación de la sociedad «Lo
Rat Penat»: «Tuvimos el honor de oír al Sr. Llorente explicar las
variaciones que había tenido esta antiquísima obra, con el doble
objeto, en primer lugar, de conservar la obra de una eminente ruina y
en segundo lugar de levantar los pretiles a cada recomposición y con
esto dejar pasar mayor cantidad de agua y con ello regar mayor número
de hectáreas de terrenos...».
Sanchís
Sivera, en 1922, reafirma nuevamente el origen romano del acueducto
en su Nomenclator geográfico-eclesiástico de los pueblos de las
diócesis de Valencia: «MANISES, Manizes. La antigüedad de Manises
está demostrada por el hallazgo en su término de muchísimo restos
romanos, tales como lamparillas, pondus, trozos de ánfora, muros de
vivienda, marcas de alfarero, etc., en la partida del Racó o Masía
de la Cova, y la existencia de un acueducto que aún cuenta con más
de veinte arcos, obra indudablemente romana, aunque por lo general es
atribuida a los árabes».
De
la misma manera y en 1974, López Gómez, en su aproximación al
origen de los riegos valencianos dictamina la romanidad del acueducto
de Els Arcs:«Situado en la acequia de Quart, es obra romana» Y cita
por último la conducción dentro de los vestigios de ingeniería
hidráulica romana existentes en la comarca de l'Horta: «En el
barranco de Manises destaca un acueducto de mampostería con
veintiocho arcos (Els Arcs o Els Arquets) y 240 varas castellanas
(200 m) de longitud; ensanchado en época desconocida con ladrillos y
cuajado de estalactitas por las filtraciones, es aún utilizado por
la acequia común de Quart y Benáger-Faitanar»
La
absoluta falta de similitud entre los restos de la red de
Vilamarxant-Riba-roja que presenta rasgos típicamente romanos, con
alzados de sillarejos correctamente dispuestos en hiladas
horizontales y núcleos de hormigón de cal con tongadas alternas de
bloques de piedra. Los arcos documentados, con dovelas y alzados de
piedra careada y los cajeros de hormigón de cal encofrado con
revestimientos hidráulicos de opus signinum y refuerzos en las
aristas de cuarto de bocel confirman una adscripción romana. Por el
contrario, las características del acueducto de Manises, de arcos
construidos con losas irregulares a modo de dovelas y alzados de
calicanto irregular sin revestimiento externo, podrían testimoniar
una datación diferente para la obra, evidenciándose en todo caso
una absoluta falta de homogeneidad entre ambos conjuntos. Y además,
los restos de acueducto documentados antiguamente en la ciudad de
Valencia (en las cercanías de la cárcel modelo y en su recorrido
por la calle Quart) o en recientes intervenciones de arqueología
urbana llevadas a cabo (solar de la calle Quart esquina a calle San
Miguel) presentan características que poco tienen que ver con la
tosquedad de la arcada de Manises ni tan siquiera con sus
dimensiones. Por otra parte, en la obra no se han hallado indicios
materiales de ninguna reparación hasta la gran restauración del
siglo XVI, pese al largo periodo de uso y abandono evidenciado en el
estudio estratigráfico y en el aterramiento del barranco deducido de
la diferencia de cotas entre cimentaciones iniciales y refuerzos.
Esto, sin embargo, no definiría una datación concreta sino más
bien una pervivencia más o menos larga de la construcción inicial.
Según Hortelano la conducción de Manises, para la que en principio
se debe suponer una finalidad agrícola semejante a la actual y no de
abastecimiento urbano, debe considerarse una obra probablemente de
época islámica dada su pertenencia probada a un sistema de riegos
ya existente en el momento de la Reconquista cuyo reglamento
respetaba las costumbres anteriores. Pese a que la historiografía
actual lo ha datado en época romana, la falta de aproximación
tipológica a los modelos de obra hidráulica romana más cercanos
hace arriesgado retrasar
tanto su construcción sin contar con evidencias arqueológicas o
paralelos constructivos que permitan corroborarlo
fundamentalmente.
La
obra original del acueducto es una serie regular de veintiocho arcos
de medio punto con un trazado fundamentalmente rectilíneo que
describe una ligera curva opuesta a la pendiente del barranco en el
que se sitúa. Su longitud total es de aproximadamente 230 m. Se
distinguen tres series de arcadas consecutivas determinadas por las
dimensiones de sus arcos. Al sur, un grupo de cuatro vueltas y al
norte otro de tres presentan una elevación mayor que el conjunto
central. Éste se halla formado por las restantes veintiuna,
compensando la diferencia de nivel por medio de un recrecido de
hormigón de cal con bloques desiguales de piedra dispuestos en
hiladas más o menos regulares. Los pilares son de planta
rectangular, con unas dimensiones medias entre 130 y 150 cm de
anchura y 370 y 390 de altura. Están sólidamente construidos con
bloques medianos de piedra caliza de forma irregular trabados con
mortero de cal. De desarrollo ligeramente troncopiramidal, los
sondeos llevado a cabo demuestran que en su cimentación presentan
una zapata irregular de entre 15 y 40 cm de altura formada con
bloques y mortero. Los arcos están construidos con losas irregulares
de caliza dispuestas a modo de dovelas, presentando unas dimensiones
poco regulares. La luz media oscila entre los 325 y los 450 cm,
dependiendo de las desigualdades constructivas y las voluminosas
deformidades de las concreciones provocadas por filtración de las
aguas. No se conservan restos del cajero original pues las sucesivas
destrucciones y reformas sufridas por la conducción han afectado
especialmente al cauce. Parece probable, no obstante, que pudiera
estar construido en hormigón de cal encofrado y superpuesto a la
arcada de nivelación. Un largo periodo de abandono debió ser la
causa del colapso de la construcción pues no se aprecian ni
evidencias de destrucción intencionada ni desplomes de pilares que
pudieran haber sido provocadas por avenidas del torrente.
No
parece, sin embargo, que el deterioro supusiera un grave peligro para
la estabilidad del conjunto, ya que se conserva el núcleo de la
fábrica original en la práctica totalidad de los arcos. El alcance
de la destrucción puede evaluarse identificando las reparaciones
posteriores consistentes en la reposición del cajero, en el refuerzo
mediante contrafuertes de la estructura y en la reconstrucción de
los extremos de la conducción y de ciertos puntos de la arcada. El
material de construcción empleado en las obras de refuerzo de los
arcos es el ladrillo macizo (30 x 14,50 x 3,5 cm) formando con
mortero de cal roscas de medio punto de doble hilada o de hilada y
media que se adosan lateralmente a las caras externas de la
construcción original. Por el tamaño de los ladrillos empleados se
puede datar entre los siglos XVI y XVII, habiéndose realizado obras
de reparación en los siglos XVIII, XIX y en los inicios del siglo
XX.
La
intervención más reciente data de la segunda mitad del siglo XX
cuando se procede a la demolición del cajero
hasta entonces en uso y a la reposición del nuevo cauce. Éste,
construido en hormigón encofrado, presenta perfil cuadrangular con
un andador lateral protegido por barandilla de hierro. Existen
sucesivos tramos de 9,60 metros con juntas reforzadas por pilastras
verticales adosadas de hormigón prefabricado. Un relleno de hormigón
con rasante inclinada hacia el sur sirve de nivelación sobre la
superficie preexistente. No se conocen pertenencias, accesorios y en
general bienes muebles asociados al acueducto.
(C. Pérez-Olagüe.
Basado en la memoria de Ignacio Hortelano)
Para poder documentar el Monumento, añadieron unas fotografías que hicieron y que ahora reproduzco y que -debemos deducir, por el informe que presentaron- se debieron de hacer en el primer trimestre de 2006. En ellas podemos ver que los arcos estaban más visibles, que no estaban tan hundidos y los efectos de las riadas, en estos últimos diez años, los sedimentos que han arrastrado y depositado, han hecho que en la actualidad, en 2016, esté tan deteriorado.
FOTOGRAFÍAS DEL EXPEDIENTE
Que Manises tenga este Monumento declarado B.I.C. Bien de Interés Cultural, por la Generalitat Valenciana, comporta una serie de obligaciones por parte del Consistorio, y ni el anterior Ayuntamiento, ni el actual están optando por su mantenimiento, limpiando el cauce y sobre todo eliminando obstáculos y edificaciones, que -según dice la Ley- no tienen que existir.
Durante más de siete años he estado recopilando y haciendo fotografías de cómo ha ido evolucionando (para mal) el Acueducto. Las fotografías que tengo en mi archivo de estos años demuestran que poco o nada se ha hecho para solucionar el progresivo deterioro que actualmente presenta.
Todo empezó en la segunda mitad de los años 1970 (Siglo XX), cuando se consintió que se hiciera la canalización superior por la que discurre el agua, de hecho en el BIM de la época ya se realizaron unas críticas a la obra que se había hecho en la superficie (B.I.M. Agosto de 1971).
Con el fin de conocer el progresivo deterioro y solicitar que nuestras autoridades locales acometan el urgente mantenimiento de lo que que es Bien Cultural, Patrimonio de Manises, en un próximo artículo detallaré, con fotos, la situación actual y cómo hemos llegado a ello, para que se empiece a poner remedio. Ahora es todavía hora para actuar, y no sólo de palabra, no sea que nos pase como en el Barri d'Obraors, que siempre criticando pero sin hacer nada positivo.
Pepe Esteve
Manises Online
FOTOGRAFÍAS TOMADAS EL 5 DE AGOSTO DE 2021
(EN LA ACTUALIDAD)
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Hay que restaurarlo y urbanizar el entorno.
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