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jueves, 3 de noviembre de 2016

L'AQÜEDUCTE ELS ARCS, B.I.C DE MANISES,


AQÜEDUCTE ELS ARCS DE MANISES
ACUEDUCTO LOS ARCOS

B.I.C. (BIEN DE INTERÉS CULTURAL)
DE MANISES

ACTUALIZADO EL 5 DE AGOSTO DE 2O21


Esta es la imagen que l'Aqüeducte Els Arcs de Manises, tenía el pasado mes de Octubre de 2016. Hace exactamente diez años que el Patrimonio Cultural y Museos de la Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, de la Generalitat Valenciana, aprobaba que se declarase Bien de Interés Cultural este Patrimonio de Manises.

Después de las oprtunas investigaciones, estudios y resoluciones, el día 28 de Abril de 2006 fue clasificado como Bien Inmueble de 1ª, en la Categoría de Monumento. Fue publicada la resolución en el D.O.G.V. el 5 de Mayo de 2006, y en el B.O.E. el 9 de Junio de 2006.

Los técnicos encargados de otorgar tal distinción, efectuaron las oportunas investigaciones y después de estudiar su origen y cómo había llegado hasta nuestros días, emitieron el siguiente informe (sic):

Se trata de un acueducto que permite salvar a la acequia Quart-Benàger el barranco del Salt d'Aigua en Manises. Ésta tiene su origen en el azud Quart-Benàger-Faitanar, aguas arriba, en el río Turia. La acequia distribuye las aguas que riegan amplias zonas de la huerta valenciana al este de la capital. 

El acueducto posee un extraordinario valor histórico, arquitectónico y etnológico por formar parte de una red de ingeniería hidráulica representativa de una forma de asentamiento humano, de intervención en el entorno y explotación de sus recursos que se ha venido produciendo en la Vega de Valencia desde la romanización. Es además el único acueducto existente en éste ámbito geográfico.

El aprovechamiento de las aguas del Turia para todo tipo de usos es un hecho comprobado desde antiguo, a la vista de la profusa red de canalizaciones que caracteriza todas las comarcas limítrofes con el tramo final del río. Así mismo en ambas orillas existen, aparte de las conducciones y acequias hoy en servicio, una serie de restos arqueológicos de diversa índole que aportan indicios suficientes para suponer entramados hidráulicos de consideración.Tanto la calidad de las tierras de labor existentes en las riberas de los ríos como la estacionalidad del régimen de precipitaciones característica de los climas mediterráneos del levante peninsular suponen factores fundamentales a la hora de determinar la existencia de este tipo de conducciones de agua, utilizando recursos y soluciones técnicas similares a lo largo de todas las épocas. Los canales del Segura, la acequia de Elche, los canales de Altea y las estructuras hidráulicas de Jávea y de Calpe, la acequia amortizada por la construcción del embalse de Tibi, las redes del Turia (sistema Vilamarxant-Riba-roja, ac
ueducto de la Covatella), el acueducto de Peña Cortada, las conducciones del Palancia (acueducto romano de Sagunto, acequia de Gausa) y las «Cèquies del Diable» de Vila-real (río Mijares), entre otros tantos, son infraestructuras hidráulicas que demuestran la extensión, geográfica y temporal, de soluciones técnicas similares frente al problema del agua.

Ya en 1239 el Rey Jaime I, tras la conquista, confirma los privilegios que tenían los regadíos de Valencia, desde antiguo, y en 1268 concede la facultad de nombrar sequiers de acequias. El Tribunal de las aguas se componía inicialmente de siete miembros, a los que se añadió el correspondiente a la acequia de Quart-Benàger-Faitanar. La referencia concreta más antigua sobre el acueducto es una cita sobre sus arcos en una orden del rey Jaime I en el año 1273, en la cual se hablaba de su estado deteriorado y de la necesidad de restauración. Aunque noticias de las acequias después de la reconquista comienzan 1263.

Posteriormente las fuentes bibliográficas que hacen referencia a estas redes hidráulicas son relativamente escasas. La siguiente referencia directa que conocemos data del primer cuarto del siglo XIX y corresponde al estudioso francés Jaubert de Passa. En su estudio «Canales de riego de Cataluña y reino de Valencia» publicado en 1823 (con traducción española de 1844), lleva a cabo un análisis científico de las redes hidráulicas en uso con la intención de encontrar soluciones a los problemas de regadío del Sur de Francia. La observación sobre estructuras antiguas se reduce al tramo de «Les arquetes» de Manises, al que concede un origen islámico: «El término de Cuarte está separado del de Manises por una extensa rambla. Los moros construyeron en ella un acueducto de 240 varas castellanas de longitud, compuesto de 28 arcos, de los cuales el más alto, que es el del medio, tiene 10 varas de elevación. Las aguas han formado allí con el largo transcurso del tiempo una pared de estalactitas o capas calcáreas que circunden los arcos, pilares, y hasta las caras exteriores».

Hasta principios del siguiente siglo no contamos con nuevas referencias. En 1902 el ingeniero Rafael Valls David publica una revisión del estudio de Jaldero sobre la red de comunicaciones de Vilamarxant-Riba-roja, fruto sus observaciones en el transcurso de los trabajos de tendido de la línea férrea entre Valencia y Lliria por la ribera Sur del Turia, de la que fue su principal promotor. Considera especialmente reseñable la arcada de Manises: «...siendo así que existe un puente-acueducto en el trazado que vamos a describir, que por su antigüedad, tiene mayor mérito que los puentes acueductos de Chelva, Teruel...» Ratifica las propuestas de Jaldero y prolonga el trazado de uno de los acueductos hasta la ciudad de Valencia por medio de la identificación de vestigios de canalizaciones en diversas acequias en uso (Quart, Mislata, Favara) entre los que se encuentra el puente de Manises: «Estas obras de fábrica.. continúan hasta la entrada del barranco de Manises. Este barranco lo salva por medio de un puente-acueducto de gran número de arcos, arcos construidos en la antigüedad con piedra caliza en mampostería ordinaria, y en la actualidad los vemos ensanchados con ladrillos, pero todo el conjunto del arco está cuajado de estalactitas formadas por el agua que, saturada de sales calizas, va filtrando gota a gota por los arcos y al evaporarse deja innumerables capas superpuestas, imposibilitando el estudio de los materiales empleados en los machones o pilares» «Si bien es verdad que las estalactitas y estalagmitas nos impiden estudiar los materiales de construcción primitivos, pues hoy todo el puente está constituido por una sola piedra, en cambio podemos asegurar que es la obra más antigua que existe en los alrededores de Valencia, al propio tiempo que la más hermosa..». 

También alude a las explicaciones verbales de Teodoro Llorente durante una visita realizada al acueducto con motivo de presidir una comisión de investigación de la sociedad «Lo Rat Penat»: «Tuvimos el honor de oír al Sr. Llorente explicar las variaciones que había tenido esta antiquísima obra, con el doble objeto, en primer lugar, de conservar la obra de una eminente ruina y en segundo lugar de levantar los pretiles a cada recomposición y con esto dejar pasar mayor cantidad de agua y con ello regar mayor número de hectáreas de terrenos...».

Sanchís Sivera, en 1922, reafirma nuevamente el origen romano del acueducto en su Nomenclator geográfico-eclesiástico de los pueblos de las diócesis de Valencia: «MANISES, Manizes. La antigüedad de Manises está demostrada por el hallazgo en su término de muchísimo restos romanos, tales como lamparillas, pondus, trozos de ánfora, muros de vivienda, marcas de alfarero, etc., en la partida del Racó o Masía de la Cova, y la existencia de un acueducto que aún cuenta con más de veinte arcos, obra indudablemente romana, aunque por lo general es atribuida a los árabes».

De la misma manera y en 1974, López Gómez, en su aproximación al origen de los riegos valencianos dictamina la romanidad del acueducto de Els Arcs:«Situado en la acequia de Quart, es obra romana» Y cita por último la conducción dentro de los vestigios de ingeniería hidráulica romana existentes en la comarca de l'Horta: «En el barranco de Manises destaca un acueducto de mampostería con veintiocho arcos (Els Arcs o Els Arquets) y 240 varas castellanas (200 m) de longitud; ensanchado en época desconocida con ladrillos y cuajado de estalactitas por las filtraciones, es aún utilizado por la acequia común de Quart y Benáger-Faitanar»

La absoluta falta de similitud entre los restos de la red de Vilamarxant-Riba-roja que presenta rasgos típicamente romanos, con alzados de sillarejos correctamente dispuestos en hiladas horizontales y núcleos de hormigón de cal con tongadas alternas de bloques de piedra. Los arcos documentados, con dovelas y alzados de piedra careada y los cajeros de hormigón de cal encofrado con revestimientos hidráulicos de opus signinum y refuerzos en las aristas de cuarto de bocel confirman una adscripción romana. Por el contrario, las características del acueducto de Manises, de arcos construidos con losas irregulares a modo de dovelas y alzados de calicanto irregular sin revestimiento externo, podrían testimoniar una datación diferente para la obra, evidenciándose en todo caso una absoluta falta de homogeneidad entre ambos conjuntos. Y además, los restos de acueducto documentados antiguamente en la ciudad de Valencia (en las cercanías de la cárcel modelo y en su recorrido por la calle Quart) o en recientes intervenciones de arqueología urbana llevadas a cabo (solar de la calle Quart esquina a calle San Miguel) presentan características que poco tienen que ver con la tosquedad de la arcada de Manises ni tan siquiera con sus dimensiones. Por otra parte, en la obra no se han hallado indicios materiales de ninguna reparación hasta la gran restauración del siglo XVI, pese al largo periodo de uso y abandono evidenciado en el estudio estratigráfico y en el aterramiento del barranco deducido de la diferencia de cotas entre cimentaciones iniciales y refuerzos. Esto, sin embargo, no definiría una datación concreta sino más bien una pervivencia más o menos larga de la construcción inicial.

Según Hortelano la conducción de Manises, para la que en principio se debe suponer una finalidad agrícola semejante a la actual y no de abastecimiento urbano, debe considerarse una obra probablemente de época islámica dada su pertenencia probada a un sistema de riegos ya existente en el momento de la Reconquista cuyo reglamento respetaba las costumbres anteriores. Pese a que la historiografía actual lo ha datado en época romana, la falta de aproximación tipológica a los modelos de obra hidráulica romana más cercanos hace arriesgado retrasar tanto su construcción sin contar con evidencias arqueológicas o paralelos constructivos que permitan corroborarlo fundamentalmente.

La obra original del acueducto es una serie regular de veintiocho arcos de medio punto con un trazado fundamentalmente rectilíneo que describe una ligera curva opuesta a la pendiente del barranco en el que se sitúa. Su longitud total es de aproximadamente 230 m. Se distinguen tres series de arcadas consecutivas determinadas por las dimensiones de sus arcos. Al sur, un grupo de cuatro vueltas y al norte otro de tres presentan una elevación mayor que el conjunto central. Éste se halla formado por las restantes veintiuna, compensando la diferencia de nivel por medio de un recrecido de hormigón de cal con bloques desiguales de piedra dispuestos en hiladas más o menos regulares. Los pilares son de planta rectangular, con unas dimensiones medias entre 130 y 150 cm de anchura y 370 y 390 de altura. Están sólidamente construidos con bloques medianos de piedra caliza de forma irregular trabados con mortero de cal. De desarrollo ligeramente troncopiramidal, los sondeos llevado a cabo demuestran que en su cimentación presentan una zapata irregular de entre 15 y 40 cm de altura formada con bloques y mortero. Los arcos están construidos con losas irregulares de caliza dispuestas a modo de dovelas, presentando unas dimensiones poco regulares. La luz media oscila entre los 325 y los 450 cm, dependiendo de las desigualdades constructivas y las voluminosas deformidades de las concreciones provocadas por filtración de las aguas. No se conservan restos del cajero original pues las sucesivas destrucciones y reformas sufridas por la conducción han afectado especialmente al cauce. Parece probable, no obstante, que pudiera estar construido en hormigón de cal encofrado y superpuesto a la arcada de nivelación. Un largo periodo de abandono debió ser la causa del colapso de la construcción pues no se aprecian ni evidencias de destrucción intencionada ni desplomes de pilares que pudieran haber sido provocadas por avenidas del torrente.

No parece, sin embargo, que el deterioro supusiera un grave peligro para la estabilidad del conjunto, ya que se conserva el núcleo de la fábrica original en la práctica totalidad de los arcos. El alcance de la destrucción puede evaluarse identificando las reparaciones posteriores consistentes en la reposición del cajero, en el refuerzo mediante contrafuertes de la estructura y en la reconstrucción de los extremos de la conducción y de ciertos puntos de la arcada. El material de construcción empleado en las obras de refuerzo de los arcos es el ladrillo macizo (30 x 14,50 x 3,5 cm) formando con mortero de cal roscas de medio punto de doble hilada o de hilada y media que se adosan lateralmente a las caras externas de la construcción original. Por el tamaño de los ladrillos empleados se puede datar entre los siglos XVI y XVII, habiéndose realizado obras de reparación en los siglos XVIII, XIX y en los inicios del siglo XX.

La intervención más reciente data de la segunda mitad del siglo XX cuando se procede a la demolición del 
cajero hasta entonces en uso y a la reposición del nuevo cauce. Éste, construido en hormigón encofrado, presenta perfil cuadrangular con un andador lateral protegido por barandilla de hierro. Existen sucesivos tramos de 9,60 metros con juntas reforzadas por pilastras verticales adosadas de hormigón prefabricado. Un relleno de hormigón con rasante inclinada hacia el sur sirve de nivelación sobre la superficie preexistente. No se conocen pertenencias, accesorios y en general bienes muebles asociados al acueducto.

(C. Pérez-Olagüe. Basado en la memoria de Ignacio Hortelano)

Para poder documentar el Monumento, añadieron unas fotografías que hicieron y que ahora reproduzco y que -debemos deducir, por el informe que presentaron- se debieron de hacer en el primer trimestre de 2006. En ellas podemos ver que los arcos estaban más visibles, que no estaban tan hundidos y los efectos de las riadas, en estos últimos diez años, los sedimentos que han arrastrado y depositado, han hecho que en la actualidad, en 2016, esté tan deteriorado.

FOTOGRAFÍAS DEL EXPEDIENTE  















Que Manises tenga este Monumento declarado B.I.C. Bien de Interés Cultural, por la Generalitat Valenciana, comporta una serie de obligaciones por parte del Consistorio, y ni el anterior Ayuntamiento, ni el actual están optando por su mantenimiento, limpiando el cauce y sobre todo eliminando obstáculos y edificaciones, que -según dice la Ley- no tienen que existir.

Durante más de siete años he estado recopilando y haciendo fotografías de cómo ha ido evolucionando (para mal) el Acueducto. Las fotografías que tengo en mi archivo de estos años demuestran que poco o nada se ha hecho para solucionar el progresivo deterioro que actualmente presenta.

Todo empezó en la segunda mitad de los años 1970 (Siglo XX), cuando se consintió que se hiciera la canalización superior por la que discurre el agua, de hecho en el BIM de la época ya se realizaron unas críticas a la obra que se había hecho en la superficie (B.I.M. Agosto de 1971). 

Con el fin de conocer el progresivo deterioro y solicitar que nuestras autoridades locales acometan el urgente mantenimiento de lo que que es Bien Cultural, Patrimonio de Manises, en un próximo artículo detallaré, con fotos, la situación actual y cómo hemos llegado a ello, para que se empiece a poner remedio. Ahora es todavía hora para actuar, y no sólo de palabra, no sea que nos pase como en el Barri d'Obraors, que siempre criticando pero sin hacer nada positivo.

Pepe Esteve
Manises Online

FOTOGRAFÍAS TOMADAS EL 5 DE AGOSTO DE 2021
(EN LA ACTUALIDAD)



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